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Ser bilingüe es mejor (y aquí tienes el por qué)

Ser bilingüe es mejor (y aquí tienes el por qué)

«Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo»,

Ludwig Wittgenstein

El lenguaje alimenta nuestro cerebro, enmarca nuestros pensamientos y posibilita una comunicación compleja. Las palabras, expresiones y peculiaridades únicas de nuestro idioma definen en gran medida cómo vemos y entendemos el mundo. Si eres monolingüe, el mundo tiene unos límites más definidos. No obstante, en una época de comunicaciones sin fronteras y viajes globales, parece casi arcaico estar limitado a un solo idioma, incluso aunque tengas la suerte de hablar un idioma internacional si tu lengua materna es el español o el inglés.

Pero, ¿ser bilingüe (hablar dos idiomas) o incluso multilingüe es tan bueno como lo pintan? ¿Se abre realmente el mundo ante nosotros, aun cuando Google Translate puede hacer eso con un simple clic? ¿Puede hacer que las economías sean más prósperas, ayudarnos a tener salarios más altos o que incluso haga que seamos más felices, tengamos más relaciones personales en nuestras vidas? ¿Y es, como a la cultura popular le gusta decir, el secreto para criar niños superinteligentes?

El mito del niño bilingüe

El cerebro es un órgano muy dúctil. Desde el nacimiento hasta la edad adulta, se desarrolla, se adapta, aprende y vuelve a aprender, incluso aunque haya sufrido lesiones. El idioma es un componente esencial del funcionamiento del cerebro a lo largo de toda la vida, pero, al igual que el propio cerebro, la ciencia todavía no tiene toda la información sobre cómo el idioma hace su magia en esas conexiones neuronales.

Aunque se ha desacreditado la antigua creencia de que exponer a los bebés a más de un idioma puede acabar confundiéndolos, hacer que sean menos inteligentes o incluso causarles esquizofrenia (sí, la gente creía esto de verdad), el péndulo se ha inclinado en la dirección opuesta durante los últimos años. Hay libros y artículos que pregonan que el bilingüismo es una varita mágica que transformará a todos los niños en pequeños genios multitarea.

Numerosos estudios, a menudo citados en la prensa, han alegado que, entre otras cosas, aprender dos idiomas durante la infancia mejora un sinfín de habilidades cognitivas, haciendo que el cerebro sea más hábil para alternar entre tareas, centrarse en un entorno de mucha actividad, como el aula, y recordar las cosas. Según estos estudios, el aprendizaje y uso de dos idiomas hace que los niños sean más inteligentes.

Pero cuando una joven investigadora llamada Ángela de Bruin, que además es bilingüe, investigó en profundidad cientos de estos estudios, descubrió que los mismos sobrevaloraban a menudo las ventajas y presentaban tanto pruebas concluyentes como no concluyentes. La afirmación «ser bilingüe es mejor» se estaba afianzando en la cultura popular, pero la postura crítica de Ángela de Bruin sobre la investigación mostró que los beneficios no estaban tan claros ni eran tan universales como se había establecido.

Esto no quiere decir que no existan beneficios, y puede que incluso resulten ser bastante significativos una vez que los estudios científicos avancen. Y, más allá de las destrezas puramente cognitivas, pueden ser igual de importantes los beneficios sociales. Un estudio reciente, por ejemplo, concluyó que los niños bilingües, incluso los niños que simplemente están expuestos a un segundo idioma, interpretan mejor las intenciones de otras personas, ya que son capaces de ver las cosas desde la perspectiva de esas personas. Los investigadores deducen que esto hace que sean más empáticos y comprendan mejor lo que quiere decir el orador.

La capacidad de empatizar así supone una ventaja social, pero, además, aprender y hablar más de un idioma supone otra ventaja considerable: mantiene el cerebro sano a lo largo de la vida.

La verdad sobre el cerebro bilingüe

Al cerebro, como a cualquier músculo, le gusta hacer ejercicio, y resulta que dominar dos o más idiomas es una de las mejores maneras de mantenerlo en forma y de frenar enfermedades degenerativas, como la demencia. De hecho, las personas bilingües muestran síntomas perceptibles de la enfermedad de Alzheimer casi cinco años más tarde que las personas que son monolingües y solo hablan un idioma. Eso es mucho más de lo que los mejores medicamentos modernos pueden ofrecer. Sorprendentemente, esta ventaja es notable independientemente de la educación y nivel social.

Además, el bilingüismo auténtico beneficia de forma específica y diferenciada a aquellos que hablan regularmente dos o más idiomas con un nivel nativo y, lo más importante, que alternan entre ellos de forma regular: los cerebros de los puertorriqueños de Nueva York que hablan español e inglés en su día a día son sin duda más ágiles y dinámicos que los monolingües. Un estudio sobre singapurenses que se criaron con su lengua materna asiática y con el inglés, hablando las dos de forma regular, llegó a una conclusión similar. Se mostró que los bilingües que no solían alternar entre los dos idiomas o solo usaban uno de ellos en un escenario limitado, como el hogar, obtenían muchos menos beneficios.

También merece la pena examinar el aspecto cultural, ya que responde a esta pregunta importante: ¿Hablar más de un idioma nos ayuda a sentirnos más conectados con el mundo o, como bien señaló Carlomagno, «es como poseer una segunda alma»?

El premio de la biculturalidad

Los idiomas nos ayudan a darle sentido al mundo y pueden llegar incluso a influir en el modo en que lo vemos y describimos, tal y como muestra un estudio reciente sobre personas de habla inglesa y alemana. Tampoco hay duda de que una persona de habla finlandesa y otra de habla árabe, por ejemplo, describirían el mundo de forma diferente. Después de todo, la persona que habla árabe no necesita conocer las 40 palabras para referirse a la nieve que necesita la que habla finlandés y es probable que, como resultado, la forma en la que la de habla finlandesa describa y, quizás experimente, el maravilloso mundo invernal sea notablemente distinta. Si una persona hablara tanto finlandés como árabe, ¿no darían como resultado estas dos relativamente diferentes maneras de describir el mundo una visión del mismo más amplia y matizada?

Muchos estudios avalan esto, mostrando que las personas que hablan diferentes idiomas obtienen puntuaciones más altas en las pruebas que miden la amplitud de miras y la sensibilidad cultural, y les es más fácil ver las cosas desde una perspectiva (cultural) diferente. El bilingüismo, por lo tanto, parece que hace a la gente bicultural (o multicultural si se hablan más de dos idiomas), una ventaja significativa en el presente mundo sin fronteras y una habilidad importante a la hora de viajar y conocer nuevas culturas y personas.

El bilingüismo en los negocios

Los beneficios del bilingüismo no terminan ahí. Estudios realizados en Suiza, Gran Bretaña, Canadá y la India, así como el EF English Proficiency Index (EF EPI), resaltan los beneficios económicos asociados con el bilingüismo o multilingüismo en todos los niveles.

Un estudio suizo, por ejemplo, refleja que se estima que el multilingüismo aporta el 10 % del producto interior bruto (PIB) de Suiza, lo que demuestra que las destrezas lingüísticas de los trabajadores abren más mercado para el comercio suizo, beneficiando en gran medida a la economía en su conjunto. En Gran Bretaña, por otro lado, se ha estimado que el costo de la obstinada adhesión del país a la lengua inglesa y la falta de voluntad para invertir en el aprendizaje de otros idiomas supone la alta cifra de 48 000 millones de libras esterlinas al año, o un impresionante 3,5 por ciento del PIB.

Para las empresas, las habilidades lingüísticas de sus trabajadores –ya sea un idioma hablado en un nuevo mercado en el que se están expandiendo o el inglés, la lengua franca global– son igual de importantes. En un estudio llevado a cabo por la Unidad de Inteligencia de The Economist, citado en el EF EPI de 2014, casi el 90 por ciento de los directivos señalaron que una mejor comunicación transfronteriza mejoraría la rentabilidad, mientras que otro estudio observó que el 79 por ciento de las empresas que han invertido en los conocimientos de inglés de sus trabajadores han experimentado un aumento en las ventas.

A nivel individual, los beneficios del bilingüismo son un poco más difíciles de cuantificar, ya que dependen principalmente de la industria, la ubicación y el nivel de empleo. Un estudio realizado en Canadá en 2010, por ejemplo, mostró que los trabajadores bilingües ganaban entre un 3 y un 7 por ciento más que sus colegas monolingües. Hablar los dos idiomas oficiales del país –inglés y francés– les ayudó a ganar más dinero, incluso aunque no se les exigiera hablar el segundo idioma en el trabajo. Estudios realizados en los Estados Unidos han mostrado que hablar un idioma extranjero puede incrementar el salario de un 1,5 a un 3,8 por ciento (al menos), y que los conocimientos de alemán son los más valorados debido a su relativa escasez y la importancia de Alemania en el comercio mundial. En la India, este aumento era aún más notable, aquellos que hablaban inglés ganaban, de promedio, un 34 por ciento más por hora.

Los directivos bilingües o multilingües son también cada vez más valorados y solicitados: los reclutadores de personal y los líderes de la industria consideran que estos directivos están mejor preparados para gestionar relaciones comerciales y equipos internacionales.

Ser bilingüe es mejor. Punto

Ser bilingüe tiene beneficios claros y muy tangibles. Aunque hay pocas pruebas de que criar a los niños de forma bilingüe les proporcione una ventaja cognitiva importante, el aprendizaje continuo y el uso de un segundo idioma de forma regular parece hacer, sin duda, que nuestros cerebros sean más ágiles y adaptables. Por otra parte, los beneficios económicos pueden ser considerables. Hablar más idiomas también nos hace más abiertos de mente y nos ayuda a sentirnos más conectados con otras culturas y con el mundo. Quién sabe, tal vez incluso el bilingüismo pueda fomentar la paz y el entendimiento mundial. Si esta no es una buena razón para aprender otro idioma, no sé cuál puede ser.

Actualizado en agosto de 2016.

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